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30 de enero de 2003

Columna 35

Estoy seguro de que muchos habréis oído hablar de la pobre mujer nigeriana que fue condenada a muerte por tener un hijo fuera del matrimonio. Fue condenada a lapidación por la ley islámica (la llamada Ley Sharia). El procedimiento consiste en enterrarla en un hoyo en el suelo, de tal forma que sólo se ve su cabeza. En lo que se supone que es un gesto de compasión, aplazaron la sentencia de muerte hasta que el bebé fuera destetado. En todo el mundo, se produjeron muchas muestras de indignación por el caso de esta mujer. Y muchas de ellas vinieron de personas de los Estados Unidos.

Sospecho que la mayoría de los americanos que se indignaron son aquellos que no apoyan la pena de muerte, en ningún caso. No puedo hacer otra cosa más que preguntarme cuántas de esas personas, que pensaron que sentenciar a una mujer a muerte por tener un niño, y a morir de una forma tan bárbara, eran personas que también apoyaban la pena de muerte en los Estados Unidos. Dudo que esas personas puedan ver esta ironía. Quizás sea porque piensan que el gobierno americano mata de una forma humana. Gran parte del mundo civilizado ve la pena de muerte en América de la misma forma que los americanos ven la situación de la mujer nigeriana. Creo que la mujer fue perdonada, por el apoyo que recibió en todo el mundo. O es lo que espero.

La hipocresía de algunos americanos es evidente en una situación así. Las personas que apoyan la pena de muerte en Estados Unidos piensan que sería primitivo condenar a una mujer a morir por tener un hijo. Aunque esté bien tener pena de muerte en nuestro país. Fíjate. Para aquellos de vosotros que seguramente diréis “pero el adulterio es otra cosa”, ésa no es la cuestión. No se trata de la naturaleza de la acusación, sino de la solución que el gobierno tiene que ofrecer ante un crimen.

Muchos de vosotros habéis oído hablar de la moratoria de la pena de muerte en Illinois, que ha sido mantenida los últimos tres años. Quizás también habréis oído al gobernador Tyan commutar la sentencias a todos aquellos que están en el corredor de la muerte en Illinois, por cadena perpetua, en sus últimos días como gobernador. Se ha hablado mucho de esto en los medios, así que es difícil habérselo perdido. Hay quienes apoyan la decisión del gobernador Ryan, pero también hay un gran segmento de la población que está indignada con lo que hizo. Le han insultado y le han culpado de causar más angustia a las familias de las víctimas. Lo que encuentro interesante, leyendo y escuchando estos debates, es cómo la gente a favor de la pena de muerte desprecia cualquier explicación que Ryan dio sobre su decisión.

Por supuesto, muchas de las sentencias que fueron commutadas eran de culpables, pero cuando intentó explicar por qué hizo lo que hizo, la oposición ignoró lo que dijo. No les importó que el equipo del gobernador (que estuvo examinando esos casos durante tres años) fuera incapaz de decidir, en muchos casos, quién podría ser inocente y quién era sin lugar a dudas culpable. Todo lo que los defensores de la pena de muerte decían es que se les negó la justicia. Encontré esto interesante. ¿Cómo puede negarse la justicia cuando esas personas nunca serán libres y pasarán el resto de sus vidas en prisión? Parecía que a esas personas no les preocupaba que alguien fuera inocente, todo lo que les preocupaba es que las condenados fueran ejecutados.

Uno de las cosas interesentes acerca de inocentes puestos en libertad: parece que incluso aunque se pruebe la inocencia del condenado mediante medios científicos, o cualquier otro, eso no parece importarle a los partidarios de la pena de muerte. Todo lo que les preocupa es que un condenado sea puesto en libertad, incluso si se prueba más allá de cualquier duda que era inocente. Parece que los fiscales han lavado tanto el cerebro a esas personas para que piensen que los condenados son realmente culpables, que ninguna prueba de que la persona es de hecho inocente importa. Es triste ver cómo el odio ha retorcido el pensamiento de gente normalmente racional de tal forma que la verdad no importa. Todo lo que parecen querer es venganza y que alguien debería morir por lo que ocurrió en cada uno de los casos. Había una mujer que se enfureció porque el hombre que estaba condenado por su caso, fue puesto en libertad porque los análisis de ADN demostraron que no era culpable. Mantenía firmemente que era culpable y se negaba a creer cualquier otra cosa.

Creo que los fiscales deberían avergonzarse de cómo usan a las familias de las víctimas para conseguir los objetivos políticos de los propios fiscales. Hacen desfilar a las familas de las víctimas en público en cualquier ocasión que hay alguna polémica sobre la pena de muerte. Tienen a esas pobres personas mostrando su dolor y sufriendo para que el mundo lo vea. No parece que haya ninguna explicación para que esas personas desfilen frente a la cámara, excepto distraer al público de los hechos. En vez de examinar el problema de una forma lógica. La esencia del problema se convierte en la de las víctimas, en vez de que alguien sea condenado por un crimen que no cometió o maltratado por la policía o los fiscales para conseguir una condena.

Pensé que el gobernador Ryan dio una muy buena respuesta cuando le preguntaron acerca de las familias de las víctimas. Dijo que el sistema legal está para obtener justicia, y que no pertenece a las familias de las víctimas, para que encuentren compensación y venganza. Parece que nuestro sistema legal (que, los ingenuos dirán, es el mejor del mundo) ha cambiado de un sistema que buscaba justicia y se ha movido a una zona donde se supone que tiene que conseguir venganza para las familias. Este movimiento del sistema legal ha sido el objetivo de los fiscales durante las dos últimas décadas y parece que han hecho un buen trabajo condicionando a la gente para pensar dentro de esos parámetros.

He escrito antes acerca de cómo la sala de juicios está preparada para establecer distancias entre el acusado y el jurado. Hay otros factores que también influyen sobre el jurado. En muchos casos el juez o el fiscal le indicarán al jurado que la familia de la víctima está en la sala, y que eso no debe influir al jurado en su decisión. Cualquier persona razonable sabe que tener a la familia de la víctima allí durante un juicio no puede dejar de tener un impacto en lo que hace el jurado y en cómo piensa. Si no, ¿por qué lo dirían los jueces o fiscales en primer lugar?

La cuestión es que, a causa de la influencia que esos grupos de víctimas tienen en el sistema legal estos días, es difícil tener un juicio justo e imparcial. En vez de un juicio convirtiéndose en una cuestión de decidir sobre la culpabilidad o inocencia de una persona juzgada se convierte en un vehículo para que las familias de las víctimas sientan que están consiguiendo vengaza o compensación. La culpabilidad y la inocencia se convierte en un factor secundario durante todo el juicio.

Sé que muchos (¿la mayoría?) de vosotros no estaréis de acuerdo con lo que he dicho aquí, pero espero que lo leáis con una mente abierta.
Espero volver y escribir pronto.
Os deseo lo mejor a todos.

Cuidaos
Dean